Spain ADC meeting

ENCUENTRO DE NAVIDAD. Por Sandra Sánchez, adc

“Y ocurrió el milagro…”  

¡Un poema de Alexánder, sc nombraba la experiencia de la Navidad en la circular que Cinta nos envió en los días previos al Encuentro:

“Lo sentirás llegar

en esa hermosa sensación de sentirte querida,

de sentirte amada,

de estar abrazada.

Porque todas somos ese pequeño niño,

frágil y con frío,

necesitados de un abrazo.

Eso es la Navidad;

un pobre niño abrazado.”

Estábamos convocadas desde el día 27 al 30 de diciembre. El calendario llevaba tiempo anunciando que, en esos días, nos reuniríamos como país para hablar, para encontrarnos, para celebrar… en torno a nuestro XXI Capítulo General.

Antes de empezar, la situación sanitaria nos llevó a tener que hacer “adaptaciones”: pasamos de “lo presencial” a lo “telemático”, pasamos de los viajes a la estabilidad en cada casa, pasamos de una modalidad a otra. Estos cambios no hicieron que el Encuentro no pudiera serlo: seguimos adelante en nuestra intención de juntarnos, compartir, hablar todas de las cosas de nuestra familia.

Los objetivos del encuentro tenían que ver con propiciar espacios de escucha, reflexión y diálogo; hacer memoria agradecida de este último tiempo; acompañar y dar sentido al proceso de disminución reflexionando sobre nuestras presencias; pensar sobre el modelo de gobierno.

Y esos objetivos se fueron haciendo realidad mientras combinamos modalidades: la parte general de todo el país, la parte comunitaria, los grupos telemáticos con hermanas de otras comunidades. Todo nos fue llevando para que por dentro se produjese el Encuentro entre nosotras, el acercamiento a nuestra realidad, la acogida del momento que como Congregación estamos viviendo.

Y, como tantas otras veces, ocurrió el milagro: el milagro de personas que nunca se habían enfrentado al ordenador sentadas solas delante de una pantalla… el milagro de la escucha profunda, serena, sincera, que quiere comprender… el milagro de la aportación sencilla de lo que cada una veía, sin apasionamientos… el milagro de constatar que toda nuestra vida congregacional está habitada por Dios, el Señor de nuestra historia: de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro… el milagro de la reflexión profunda, documentada, trabajada previamente… el milagro de los pasillos que, aunque no los hubo en el gran grupo, sí los hubo en nuestras comunidades… el milagro de acercarnos y comprender lo que viven otras hermanas… Ocurrió. Ocurrió el milagro. Y terminamos agradecidas. Esa fue la palabra que más repetimos en el encuentro final: “gracias, Señor, gracias…”

Habíamos vivido nuestro Encuentro de Navidad. Y la experiencia nos podría conectar de nuevo con el poema que Cinta envió en su circular, unas palabras que nos podrían ayudar a nombrar nuestra vivencia: la expresión agradecida de sentirnos pequeñas, queridas, abrazadas… y en camino. Lo diría el poema parafraseándolo: “Eso es la Navidad; una pobre Congregación abrazada”.