Apertura XXI Capítulo General

El 12 de julio de 2022, Rosario Fernández Martos, Superiora General, ha declarado abierto el XXI Capítulo General. Estas fueron sus palabras:

 

Queridas hermanas capitulares: 

El Gobierno general os recibe cordialmente y os da una afectuosa bienvenida a cada una de las que habéis sido convocadas para celebrar este acontecimiento congregacional – Berta, Beatriz, Graciela, Teresita, Graça, Divina, Lourdes, Fátima, Mª Victoria, Mariló, Loli, Mª Ángeles, Mª José, Carmen, Luz Mª, Mª Isabel, Beatriz, Encarna, Sandra, María, Alfonsa, Angie, Elmor, María, Teresita, Nelcin, Cinta, Mercedes, Myrna, María, Kity, Carmen- y a cuantas personas colaborarán en la buena marcha del Capítulo, como Momoko y Carlota como traductoras, Concha Gómez y Nuria Rodríguez como secretarias.

Abramos nuestros brazos en señal de acogida, mirémonos unas a otras. Somos una comunidad de hermanas, somos diferentes, plurales, unas con experiencia de haber participado en Capítulos y otras que es su primera vez, todas Esclavas del Divino Corazón, elegidas por nuestras hermanas para celebrar el XXI Capítulo general.

Vamos de comienzo en comienzo, a través de comienzos sin fin”, escribía San Gregorio de Nisa allá por el siglo IV. La vida es siempre un comenzar de nuevo, siempre estamos recomenzando, y en nuestra historia, cada capítulo es, sin duda, “un nuevo comienzo”: búsqueda conjunta, apertura a los signos de los tiempos, escucha atenta y abierta a Dios y a las hermanas, oportunidades que se ofrecen, vías que se abren ante nuestra mirada, posibilidades nuevas para descubrir y explorar, nuevos caminos para recorrer…

Hemos querido iniciar el XXI Capítulo general de la Congregación en Coria, lugar donde nació la Congregación y donde hoy, después de 137 años, somos invitadas a un “nuevo nacimiento congregacional”.  

“El día 26 Julio de 1885, fiesta de la gloriosa Sta. Ana, Madre de Nuestra Señora, puede decirse que nació la Congregación de las Esclavas del Divino Corazón de Jesús.  Después de celebrarse en la Iglesia de Sta. María, o sea en el Sagrario de la Catedral solemne función matutina, en la que predicó el Ilmo. Sr. D. Marcelo Spínola y Maestre, Obispo de la Diócesis, exponiendo al numeroso concurso, que llenaba el templo, la idea que hacía surgir de la nada el nuevo instituto, y los medios con que para realizarla contaba, dióse en el Palacio Episcopal una abundante comida a las diez y nueve niñas pobres, que debían ser las primeras alumnas de las Esclavas; y por la tarde, obtenida la bendición del Prelado, congregáronse éstas a fin de comenzar su vida religiosa y de sacrificio en una modesta casa contigua a la Capilla de S. Benito, cedida por el Obispo a la Congregación, y dedicada por ella al Sagrado Corazón de Jesús…” (Acta  Fundacional)

Hacer memoria del pasado nos hace bien. 

Las raíces están en el pasado y no se puede cortar la trama de la historia de un pueblo, de un grupo humano, de la Congregación que es en esencia liberadora. Un pueblo sin historia es un pueblo sin raíces. La memoria para ser auténtica no puede hacerse en clave jurídica o nostálgica, sino en clave profética, como Palabra de Dios que nos desinstala e interpela.

La gran aportación del pueblo de Israel es reconocer públicamente que Dios no se ha dormido, sino que siempre está dando vida donde las personas sembramos esclavitud y tragedias.

Recordar nuestros orígenes no es una llamada a reproducir nostálgica y románticamente la primera comunidad de Esclavas alrededor del pozo. Se nos convoca a actualizar la experiencia de las primeras Esclavas en la primera mitad del siglo XXI, cuando un nuevo mundo está emergiendo.

Sí, hermanas, un nuevo mundo está emergiendo, del que no sabemos casi nada, solamente de que es distinto al que hemos vivido hasta ahora. Este mundo se está gestando en medio de acontecimientos desconcertantes como la pandemia generada por la COVID-19, las múltiples guerras generadas por las personas, … y las consecuencias que están teniendo a nivel planetario, sobre todo en los pueblos y personas más vulnerables, en la tierra que pisamos y habitamos... Dios nos habla, nos llama y quiere que colaboremos con Él.

El camino que vamos recorriendo como Congregación y como Iglesia es un camino en el que guiadas por el Espíritu estamos llamadas “a una comunión más profunda, una participación más plena y una mayor apertura para cumplir nuestra misión en el mundo”. (Papa Francisco, Discurso en la apertura del Sínodo de los jóvenes, 3 de octubre de 2018)

  • Comunión más profunda… 

La Vida Religiosa es un misterio de comunión. Dios nos congrega de diferentes pueblos y culturas para vivir en comunión el seguimiento de Cristo.

No tengamos miedo a lo nuevo, a lo diferente, a la diversidad, a la pluralidad, ¿no es ahí, en la búsqueda sincera, el diálogo entre visiones encontradas, donde se hace más palpable la comunión profunda, que la pluralidad es riqueza y la diversidad un regalo?

Valoremos la diversidad entre nosotras, escuchemos todas las voces, acojamos las opiniones diversas… así descubriremos que es el Señor el que hace de nosotras un solo cuerpo.

  • Participación más plena

La participación es una exigencia de nuestra profesión religiosa. Todas estamos llamadas a participar en la vida y misión de la Congregación. Si falta la participación real de cada hermana, las palabras sobre la comunión corren el riesgo de permanecer como intenciones piadosas.

Escuchemos como “palabra sagrada” las aportaciones que han llegado de toda la Congregación, dejémonos inspirar por ellas.

Creemos entre todas espacios que favorezcan entre nosotras, la escucha empática, el diálogo en libertad, a aprender con humildad, a comunicarnos sin miedo ni reservas porque el Espíritu sopla donde quiere. Un espacio donde todas nos sintamos en casa y podamos participar plenamente.

Todas tenemos derecho a ser escuchadas, al igual que todas tenemos derecho a hablar. El diálogo depende de la valentía tanto para hablar como para escuchar. Acoger lo que las hermanas dicen como una forma en que el Espíritu puede hablar por el bien de todas.

El diálogo nos lleva a la novedad, a estar dispuestas a cambiar nuestras opiniones basándonos en lo que hemos escuchado de las demás. 

  • Mayor apertura para cumplir nuestra misión en el mundo

Nuestras hermanas nos piden que estemos abiertas al Espíritu, el verdadero protagonista de este acontecimiento congregacional. 

Apertura que posibilite su acción más allá de nosotras mismas y haga posible la escucha a todo y a todas. Sabemos que muchas veces la verdad y la luz afloran cuando y desde donde menos se espera, de ahí la necesidad de abrirnos, de escuchar profundamente desde el corazón y la oración.

Apertura al Espíritu, sin ideas prefabricadas de cómo debe ser la Congregación hoy. Ser fieles hoy al Carisma recibido pasa por abrirnos con audacia y creatividad a las necesidades de nuestro mundo, discernir lo que el Señor nos dice para responderle con lo mejor de nosotras mismas, como comunidad.

El 12 de julio de 2022 en la Casa de San Benito, en Coria Cáceres, se declaró abierto el 21 Capítulo General.

Hagamos del Capítulo un ejercicio de discernimiento pues estamos convencidas de que Dios está obrando en el mundo y estamos llamadas a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere. Al escuchar hacemos lo que Dios hace: escucha el grito de su pueblo.

El icono de la Visitación que nos ha acompañado en el camino pre capitular visualiza dos maternidades extraordinarias. Lo expresa muy bellamente la filósofa italiana Antonella Lumini, eremita de la ciudad, como ella se llama.

“María expresa el despertar de la inocencia originaria que ha permanecido incontaminada desde el principio y preservada en el íntimo de la humanidad (…) Isabel, en cambio, la anciana y estéril que llega a ser madre por gracia más allá de toda posibilidad, se presenta como figura de la humanidad seca y cansada, cuyo fruto, ya inesperado, brota como destilado de la molturación final para constituir así el germen vivo sobre el cual podrá implantarse lo nuevo.”

Para que estas dos maternidades pudieran realizarse, hizo falta tanto el SÍ de María, expresión de su apertura al don del Espíritu, como el NO de Isabel (¡No!, se llamará Juan), que rompió con la tradición del siempre fue así, para ser fiel a la voluntad de Dios. De hecho, Juan significa el que es fiel.

Dejémonos inspirar por la valentía de estas dos mujeres de fe, María e Isabel. Que ellas acompañen nuestro discernimiento y nos transmitan su coraje para saber decir SÍ o NO, según la inspiración del Espíritu, y ser así capaces de generar vida nueva.

Con este deseo, hoy, 12 de julio de 2022, en Coria, declaro oficialmente abierto el XXI Capítulo General ordinario de nuestra Congregación.

Rosario Fernández Martos, adc

Superiora General