Mensaje final del XXI Capítulo General

LLAMADAS A UN NUEVO NACIMIENTO CONGREGACIONAL

SOMOS ESCLAVAS DEL DIVINO CORAZÓN HOY

          “Confiamos en ti”. Con estas palabras el día 9 de agosto de 2022 acogió el Capítulo General a una nueva hermana que, recién elegida para el servicio de Superiora General, representaba desde ese mismo momento a toda la Congregación. Cinta acababa de ser nombrada Superiora General y, en la capilla, como un susurro que deseaba sostener y alentar, se lo repetimos una y otra vez:

  • Acompáñanos para ser presencia silenciosa que ilumina y conforta, que alivia y reparara… Confiamos en ti
  • Aliéntanos para ser signo de encuentro en un mundo fragmentado… Confiamos en ti
  • Empújanos siempre a ser libres y a confiar las unas en las otras… Confiamos en ti
  • Ayúdanos a vivir entre la gente y ser aliento de Dios… Confiamos en ti
  • Impúlsanos para hacer crecer la capacidad transformadora de nuestros proyectos apostólicos… Confiamos en ti
  • Danos la mano para encarnarnos en el mundo de hoy… Confiamos en ti
  • Recuérdanos que estamos llamadas a vivir la santidad comunitaria… Confiamos en ti
  • Ayúdanos a hacer el camino que va del yo al nosotras… Confiamos en ti
  • Recuérdanos que nada ni nadie puede impedirnos vivir el Evangelio… Confiamos en ti
  • Camina con nosotras en este nuevo nacimiento congregacional… Confiamos en ti

     Podríamos decir que esta ha sido una de las experiencias hondas de este XXI Capítulo General: confiamos. Confiamos unas en otras. Nos sostenemos unas a otras. Nos alentamos unas a otras. De otro modo no podemos y no queremos caminar: confiar, sostenernos, alentarnos para anunciar a Jesús y su Evangelio.

     La experiencia se ha ido gestando poco a poco. A lo largo del mes que ha durado el Capítulo, hemos vivido en un primer momento el encuentro con nuestras raíces en Coria, Sevilla y Málaga… En un segundo momento, con el deseo de caminar con otros, nos ayudó la reflexión sobre la experiencia carismática con Laicos Spínola y obras apostólicas de la Congregación… A través del diálogo, la conversación, la reflexión y la escucha, llegó el tercer momento adentrándonos en nuestro ser ADC para soñar el futuro de la Congregación para los próximos seis años… Y, finalmente, la elección del nuevo Gobierno General que acompañe y estimule el próximo tiempo… Y, en todo esto, ayudando a entrelazar la experiencia honda, han surgido las preguntas, las conversaciones, los tiempos de reflexión personal, la oración, la búsqueda compartida, la música…: hemos experimentado que juntas, confiando unas en otras, sí podemos caminar, escuchar y danzar.

     Queremos caminar. Calzándonos cada mañana, como hicieron nuestros Fundadores, los zapatos que nos permitan estar a pie de calle, en contacto con las personas, entre la gente. Queremos calzarnos zapatos como los suyos: zapatos que pisaron la tierra, zapatillas que estuvieron en contacto con la realidad, zapatos que se gastaron por los demás. Queremos que nuestra misión hoy toque la tierra, esté en contacto con la vida real, escuche el dolor del mundo, se pregunte qué podemos aportar en los lugares donde estamos... Sabemos caminar y queremos hacerlo. 

     Queremos escuchar. Escuchar nuestro mundo interior en el que Dios habita suavemente… escuchar a nuestras hermanas, que son palabra que ilumina nuestras búsquedas… escuchar a nuestro mundo, que en unos lugares clama con dolor, en otros alienta la esperanza, en muchos está sediento de Dios. Sabemos escuchar y queremos hacerlo. 

     Queremos danzar. Danzar como María, la mujer preñada de Amor, la mujer que cantó el Magníficat sobrecogida por la experiencia de Dios en ella. Queremos danzar agradecidas porque tenemos la experiencia de que se da un nuevo nacimiento congregacional cada vez que nos cuidamos con respeto, cada vez que cedemos para conceder espacio a la otra, cada vez que nos silenciamos para que se oiga la voz de otras, cada vez que consentimos que la bondad se abra paso, cada vez que nos alentamos y nos hacemos crecer. Sabemos danzar y queremos hacerlo.

     Y lo queremos hacer juntas. Y lo queremos hacer por los demás. Y lo queremos hacer desde Dios, desde la experiencia preciosa que se nos ha regalado, que nos alienta y sostiene: la experiencia del Amor Personal de Jesucristo.

     Sí, estamos llamadas a un nuevo nacimiento congregacional. Caminamos con otras. Caminamos para que otros puedan caminar. Caminamos de la mano de Dios, que sostiene nuestras pequeñas intuiciones y nuestros pequeños pasos.

     Somos Esclavas del Divino Corazón hoy.